Han pasado 10 años desde que el rover Curiosity de la NASA aterrizara con éxito en la superficie marciana. Desde el 6 de agosto de 2012, el rover no cesa de buscar pruebas de que el planeta pudo haber tenido unas condiciones óptimas para la vida microbiana hace miles de millones de años.
Desde entonces, el rover Curiosity ha recorrido casi 29 kilómetros y ha ascendido 625 metros por las faldas del monte Aeolis en el interior del cráter Gale. El rover ha analizado 41 muestras de roca y suelo y ha podido determinar que el agua líquida, así como los componentes químicos y los nutrientes necesarios para sustentar la vida, estuvieron presentes durante al menos decenas de millones de años en el cráter Gale. El cráter albergó una vez un lago, cuyo tamaño creció y disminuyó con el tiempo. Cada capa más alta del Monte Sharp sirve como registro de una era más reciente del medio ambiente de Marte. Ahora, el rover está atravesando un cañón que marca la transición a una nueva región, que se cree que se formó cuando el agua se estaba secando, dejando atrás esta zona rica de sulfatos.
Durante la misión y gracias al instrumento RAD el rover Curiosity ha podido medir la cantidad de radiación que experimentarían los astronautas en un viaje tripulado a la superficie de Marte con resultados algo superiores a los esperados. Además, durante su viaje por la superficie del planeta ha enviado 494.540 imágenes y 3.102 gigabytes de datos.
En estos diez años también han tenido algunos problemas, aunque para el equipo de la misión lo más preocupante es el estado de desgaste de las ruedas. Han sufrido varios cortocircuitos, reinicios de los ordenadores y la inutilización del taladro durante unos meses, pero por fortuna el rover se encuentra en perfecto estado para continuar haciendo ciencia en el planeta rojo. Recientemente la NASA ha ampliado por otros tres años la misión, por lo que aún nos quedan por ver muchas nuevos horizontes marcianos. ¡Larga «vida» al Curiosity!